La Bitácora del Artista: Entrevista a Natalia Lippmann Mazzaglia
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miércoles, 30 de agosto de 2017

Entrevista a Natalia Lippmann Mazzaglia

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Entrevista a Natalia Lippmann Mazzaglia
¿Cómo fue ese momento que te convocaron para ser parte del elenco?
Yo estaba transitando un momento muy especial. Hacía pocos días que me había enterado que estaba embarazada y al mismo momento me convocaron para la obra. Fue raro, no sabía cómo me iba a sentir, si iba a tener cuerpo y cabeza para asumir el rol y fue un momento desafiante. Cuando tantos testimonios de mujeres me decían que la maternidad implica resignar proyectos, yo estaba ante la posibilidad de emprender uno. Siempre amé el teatro y diversas cuestiones de la vida postergaron la posibilidad de subirme a un escenario, pero en el momento en que la posibilidad concreta llegaba, llegaba también la noticia del bebé. El autor y director de la obra me dijo que era posible adaptar la panza al personaje, así que no lo dudé y estrené los dos roles más hermosos de la vida simultáneamente… un privilegio.

¿llevo mucho tiempo el armado de la obra?
Tiempo, esfuerzo y amor. Todas y todos maduramos en el personaje y en los vínculos hasta comprenderlos y sentir a esta familia loca para que pudiera existir, eso no ocurre de un día para el otro. El teatro independiente es un trabajo que además exige tener un trabajo y eso suele pesar, a veces implica resignar momentos y espacios muy preciados… se trata de elegirlo cada día hasta que un día sentís el calor de las luces sobre el cuerpo y el sonido de la madera bajo los pies y después sonreís porque todo valió la pena.

¿Qué cosa o que sensación has sentido cuando termino el ensayo general o primera función?
Cuando terminó la primera función sentí algo que no había sentido nunca, al menos en esta dimensión. Pasó que (me imagino que por los nervios del estreno) hubo un par de “tropiezos” con la letra. Y todas las individualidades de quienes estábamos ahí quedaron de lado. Hubo una complicidad tácita inmediata que se sentía en las miradas y causaba alivio. Una solidaridad humana que hace desear que el mundo sea un escenario. Después hubo oportunidad de charlar y ajustar todo, pero eso que surgió espontáneamente ahí arriba fue hermoso.

Básicamente y sin contarnos el final de la historia ¿Qué nos cuenta la obra?
La obra deja percibir mucho de lo bello y de lo trágico que tienen las familias. Como en ese momento al final del año en que están todos juntos y todo confluye en pocas horas, desde la superficialidad que interrumpe el encuentro hasta lo esencial que te hace sentir otra vez en la infancia. Es una obra simple, con humor, nostalgias y algunas complejidades… como todas las familias.

¿Cuál fue el mayor desafío, al momento de empezar a armar el personaje?
Bueno, para entonces ya había asumido que seríamos dos corazones latiendo en el rol de Dolores así que, si bien la panza y todo lo que implica sentirse “habitada” es un desafío para la vida, al momento de armar el personaje fue incorporar el acento de española.
Siempre tuve una fascinación por aprender acentos y lo considero una destreza. Pero componer un personaje que tiene un acento es más complejo. Dolores es una mujer que dejó su familia, su casa y su pueblo para rehacerse en otro y adoptó un acento distinto. En ese sentido, era necesario pensar en qué sintió esa mujer, desconocida, que la llevó a asimilarse en otra cultura al punto de adoptar el acento como propio e identificarse con él. Qué se yo, es medio enroscado pero sorpresivamente ese fue el mayor desafío.

No hay un género que me guste o me disguste como tal. Creo que el teatro bien trabajado, con compromiso y esfuerzo –como todo- puede sorprenderte siempre y puede ser apasionante desde arriba o abajo del escenario. Vi de todo desde chica y probé bastante en el proceso de aprendizaje que tránsito desde hace algunos años. Hay trabajos deliciosos en todos los géneros y también hay los que no agradan para nada. El teatro es maravilloso cuando llegás sin expectativas y te vas colmada de emociones y pensamientos… risa, llanto, furia, criterio social, político, etcétera. Todo eso es parte del compromiso con el teatro.










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